martes, 19 de abril de 2016

Pupilas de vida,
Cándidos ojos,
Que guardan historias,
Mares, cielos y valles.
Oh mirada infinita, qué se oculta en ella.
Cuántos amores te han cegado,
A cuántos puedes privarles la razón,
Miles podrían perderse para siempre en ese par de vastas galaxias que presumes.
Cantan en tí destellos eternos,
Bello ser tu transgresión es tu misterio,
Y nada más, que tu transformación incesante,
Oh sangras silencios, mueves montañas, ojos de miel venenosa.
Oh, dónde te has ocultado, pequeña villa de gentes cálidas?
Dónde dejaste olvidado el fulgor de tus suaves suspiros de otoño,
Cada esquina de tí, rebosaba de luciérnagas nocturnas y errantes.
Cual cielo de estrellas, ojos distantes transparentes e inocentes.
Cuándo le diste lugar al hastío de esa tierra oscura y sucia,
De tí ahora emergen sueños desvanecidos, esperanzas agonizantes.
Oh dónde estarás, camino virgen, selva infinita.
Porqué ocultaste esa luna que giraba y cantaba la melodía dulce del placer,
Por esa luz artificial, esas farolas oxidadas y opacas.
Aunque estas palabras se desgarren con trazos duros y pesados,
Sé que estás ahí, en algún lugar, oculta bajo la nieve.
Oh, si mi calidez pudiera desnudarte al sol del amanecer...

Será como antes?

Hola ex diario.
Cuando te escribía era un querubín, pero qué inteligente era.
Y hoy, mínimamente 4 años después de tocarte por última vez, digo ERA, era porque hoy me siento... incapaz.
Quién habrá leido este blog alguna vez? Creo que nadie.
No importa, espero que siga teniendo esa preciada popularidad.

Hoy debo contarte, que mi vida es distinta, que extraño tantas cosas, pero que también disfruto muchas nuevas, no voy a mentir.
Y también, espero, quizá, satisfacer una continuidad en la prosa característica que poseía.

Esto sin dudas, es un valle de letras, un pueblo abandonado, escondido tras la montaña, bajo la nieve, que es un laberinto de casas, donde cada una representa un hito, una escultura al vendaval de circunstancias que inundan el mar, el oceano infinito que es el vivir, ese mar eterno puede, quizá, dormirse en un segundo, en un día, en una existencia.
Oh cuántas veces habré naufragado en puertos invisibles, cuantos cielos oscurecieron mis pasillos con implacables gotas de verdad.
Cuánto habré navegado por los ríos de estepas desérticas, a contra corriente buscando tu río, el único gran amazonas que dio tanta luz a un alma que hoy siente que se apaga. Oh qué será de esas aguas dulces y cálidas donde me mecías cual criatura a merced de las tormentas.
Y aún en la noche, pareciera que tus brazos recorren mis campos y mis estrellas.
Cuando el mundo se transforma en una vidriera, y camino por él con una lista de compras, cómo quisiera, dejar la vida por un trozo de naturalidad, cómo necesito esa esencia, auténtica.
Hoy todo es tan superficial, tan plástico, tan aburrido.
Dónde, en qué lugar, habrán muerto, o se habrán escondido esas emociones que erizaban los pálpitos más dulces del corazón.
Cuándo fue, que se durmió la vida.
Mi transgresión, ha sido desear, y hasta he conocido el hastío de ganar, pero de ganar más plástico, más banalidad. Rostros imberbes, palabras descartadas, desechadas, dichas con el desdén propio de la indiferencia.

Qué me han robado, qué he perdido, qué se ha desvanecido...